Reflexiones

Tu maleta y tú: una relación de amor/odio en 5 fases

Que viajar es uno de los placeres de esta vida es algo en lo que todos estamos de acuerdo. Además, afortunadamente ya está al alcance de todo el mundo. Pero conlleva un problema: HACER LA MALETA.

 

 

Preparar el equipaje es un símbolo de la cercanía de ese viaje soñado, pero admitámoslo, también uno de sus inconvenientes. Podríamos resumir la relación con nuestra maleta en 5 fases:

 

1. Ilusión: Decides hacer ese viaje o esa ansiada escapadita y nada te empaña el momento de éxtasis que ello implica. Ni siquiera el pensar que vas a tener que hacer una maleta de nuevo. Eres feliz, te crees fuerte y sientes que puedes con ese pequeño inconveniente del viajero.

 

 

2. Procastinación: La fecha de partida se acerca  y sabes que deberías desempolvar a tu compañera de viaje con ruedas, pero una fuerza descomunal procedente de lo más profundo de tu pereza te lo impide.

 

 

Fantaseas con la idea de que el viaje al final no se produzca (subfase negación), con el hecho de que te dará perfecto tiempo a empezar más adelante (subfase optimista) o con sobornar a alguien para que haga tu maleta por ti (subfase subcontrata). Hasta limpiar los cristales te parece más apetecible que comenzar la preparación del equipaje.

 

 

 

 

3. Fase ilusa: finalmente te pones a ello, seguramente ya con la presión del tiempo en tu contra. Tras comprobar doscientas cincuenta y siete veces el clima que hará en el punto del mapa al que te vas, y contrastar los planes con tus compañeros de aventura para tener claro que tu vestuario será el adecuado, comienzas a decidir lo que te llevas. Yo conozco dos versiones de esta fase: los más precavidos realizan una lista de artículos a incluir, los que menos van amontonando encima de la cama todo lo que consideran necesario.

 

Ojalá

 

Es un momento de porsiacasos, de añadir prendas que hace 3 años que no luces «pero que puede que allí me apetezca ponerme», de añadir cachivaches varios (luz frontal por si se va la luz en el hotel de 5 estrellas, ¿por qué no?) y de probarte mil modelitos… para no descartar ninguno.

 

Me lo llevo todo

 

4. Choque contra la realidad: efectivamente, las leyes de la física han impedido que todo aquello que has añadido a tu lista o amontonado encima de la cama pueda entrar en tu equipaje. Yo también la llamo la fase ryanair: vayas o no en esta compañía, incluso si no viajas en avión, alguien o algo ha de poner límites a tu equipaje. Es el momento de tomar duras decisiones y dejar atrás, no sin muchas dudas, aproximadamente un tercio de las pertenencias que considerabas absolutamente necesarias y fundamentales para tus días fuera de casa. ¡Cuántas veces no habré soñado yo con armarios que se teletransportan a mi lugar de destino!

 

 

5. Regreso: Cuando llegas de nuevo a la comodidad de tu hogar, el proceso inverso, deshacer la maleta, también es odioso y se merece ser descrito en fase aparte. Debido a una mezcla entre nostalgia y cansancio, tu trolley puede quedarse cerrada, en un rincón, esperando a ser atendida durante días. Sabes que abrirla conlleva comenzar con el ciclo de las lavadoras, además de darte cuenta de que, una vez más,  no has utilizado de la mitad de los porsiacasos con los que has cargado en tus vacaciones. No tenemos remedio, ni aprenderemos.

 

2 Comments

  • Anto

    ¿Admitirías una tercera versión de la fase ilusa? Era un secreto que solo a base de invitar a copas pude extraer a un experimentado viajero que ya peina canas, cualquiera sabe en qué paraíso construido a su medida se encuentra ahora. ¿El truco? fácil: Nunca tires la ropa estropeada a lo largo del año, eso sí, por favor, lávala. Camisetas con un desgarrón, con el agujerazo que deja un porro mal matao, el pantalón que te aprieta un poco o rajado por el uso, unas zapatillas que se rajaron por el talón, aquella camisa de estampado horrendo, los calzoncillos a los que se les ha aflojado la gomilla de la cintura…
    Se va guardando todo en un cajón o en una caja de cartón, y el dia que sacas billete, sorpresa!! Tienes más de la mitad de la maleta hecha.
    La segunda parte de este maravilloso truco es que cada día de viaje -bueno, o cada dos, no nos vamos a poner exquisitos ahora- vas tirando a la papelera la ropa que has usado. Así la maleta va quedando más descargada, agradecida por esa dieta de adelgazamiento y totalmente receptiva para cualquier ropa o cachivache que te quieras comprar durante el viaje.
    Un pequeño defecto, casi sin importancia, es que durante tu singladura, varios días parecerás un pordiosero. Momentos que te mirarán mal en un restaurante o por la calle. Si ves que se cruzan de acera, quizá has llevado el truco demasiado lejos. Es un simple sistema de ensayo y error. En tres viajes, seguro que has conseguido el «look término medio» imprescindible.
    En mi segundo viaje me pasé una jornada con unos calzoncillos de gomilla suelta que se descolgaban continuamente a la altura de los muslos, obligándome a dar tirones para subírmelos cada cinco minutos, porque costaba hasta caminar. En los ratos parado, dejaba las piernas muy abiertas para evitar nuevamente el proceso. Pero mejor no doy más detalles de aquel día inolvidable en el que creyeron que padecía una patología perniciosa en las posaderas. Que nos conocemos…

    • Carmen Lerenda

      Jajajaja! Es un truco no apto para instagrammers! Pero por aquí se queda, para quien lo quiera tener en cuenta…

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