El rincón violeta

Realidad, ficción y feminismo

Poca gente hay hoy en día que en su vida real espera que un superhéroe le salve cuando está en apuros. O que teme la invasión de extraterrestres. Creo que serán muy pocos los adultos que esperen que un animal les conteste cuando les hable. Pero sí son muchos los que esperan vivir situaciones que ven repetidas hasta la saciedad en vídeos porno. Y otr@s much@s que anhelan que su relación se convierta en todo lo que reflejan las películas románticas.

 

Pertenecemos a una generación básicamente audiovisual: no contamos chistes: mostramos memes. No decimos cómo nos sentimos, enviamos un emoji. Cada vez leemos menos: es más fácil ver una serie.  Es una nueva forma de vivir que se traduce en una nueva forma de pensar.

 

 

 

Pero el problema es cuando no se nos educa para separar la paja del trigo. Igual que hay personas realmente deprimidas porque comparan sus vidas con las vidas que muestran sus amigos en redes sociales y no se le acercan en cuanto a felices y emocionantes, nos encontramos con hombres que realmente piensan que tener sexo es todo aquello que les muestra Internet. Relacionan directamente una sonrisa con un consentimiento expreso, porque así comienzan todas las escenas. Normalizan el sexo con chicas muy jóvenes, porque es la categoría más demandada en este tipo de webs. Sexo en grupo, anal, menores, sin protección, violencia, estrangulamientos… Todo un repertorio que se ejecuta sin reflexionar si la otra parte está disfrutando o solo soportando vejaciones mientras ruega que todo acabe, como sucedió en Pamplona. Ni si está consciente para ello (como en el caso de la manada de Manresa). O si tiene la edad legal como para entender que es más importante su integridad física que el resultar ser atractiva para un grupo de hombres mayores, como ha sucedido en el caso de los jugadores del Arandina. Por supuesto, hay que documentarlo todo, para compartirlo (recordad, en estos tiempos ya no vale con contarlo).

 

 

Algo parecido ocurre con las relaciones sentimentales. Tenemos ya tan interiorizadas las reglas del amor romántico gracias a tanta peli y serie, que creemos que si un chico no deja toda su vida a un lado al conocernos y explicita su interés por nosotras con grandes demostraciones hollywoodienses, creemos que no está al 100% en la relación. Creemos que en el amor se sufre, pero que el amor todo lo puede. Que gracias a nuestro amor, el monstruo cambiará y se convertirá en príncipe. Que haciendo grandes sacrificios conseguiremos alcanzar la felicidad, entendiendo ésta como la permanencia de un hombre a tu lado.

 

 

 

Si los hombres están contaminados por la ficción del porno, las mujeres lo estamos por la ficción del amor romántico. Y es una combinación peligrosa, un equilibrio que se mantiene sólo gracias a que ni unos ni otros abrimos los ojos a la realidad. Buceemos en los principios del feminismo, entrenemos  el pensamiento crítico y flexibilicemos nuestra manera de entender la vida. Si no lo hacemos puede ocurrir que nuestra fantasía se convierta en película de terror.

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