Ficciones

No me quiero enamorar

No me quiero enamorar.
Pero los emoticonos de ojitos de corazón han vuelto a mi apartado de emojis más usados.

Menos mal que tengo claras las cosas, si no me influirían tus detalles, tus llamadas,
tu acierto al darme los buenos días cada mañana,
tus besos largos que terminas con abrazos tan fuertes que me dejan sin aliento,
pero no me importa quedarme sin respiración si es en tus brazos.

Pero no me quiero enamorar.
A pesar de que cada vez que me aparto de ti buscas con ansia mis manos
para volver a entrelazar tus dedos entre los míos, las cuatro manos unidas como si fuera lo más cómodo.
Y no lo es, pero no me importa, porque así estoy mejor.

No me quiero enamorar.
Pero me encanta que esos ojos brillen cuando me ves aparecer
y comprobar cómo todo tu cuerpo se estremece cuando me saludas.

No me quiero enamorar.
Pero estoy a punto de cambiar de idea cuando me haces tanto de reír que se me para el mundo.
O cuando me haces de rabiar sólo para ver si consigues enfadarme.
Y no lo consigues, porque no sería capaz de enfadarme contigo.

No me quiero enamorar.
Pero desde que dormimos juntos, dormir sola ya no me apetece tanto.
La cama es enorme y fría, y aunque sea imposible, me imagino compartiéndola contigo.
Porque sin esa imagen no concilio el sueño.

No me quiero enamorar.
Pero cuando me mandas canciones busco significados hasta de los silencios,
y tengo el recorrido de la punta de tu lengua tatuado en mi paladar.

Aún así, a pesar de todo esto
he decidido que no me quiero enamorar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.