Ficciones

Animales enjaulados II

Nos tratábamos a bocados como animales que éramos. Ahora nos han encerrado en la jaula de nuestras casas y ya no puedo sentir tus colmillos ni clavarte mis garras, así que me paso el día recordando cada una de nuestras batallas. Dicen que en cada manada solo puede haber un alfa, pero nosotros nos alternábamos en el poder con sorprendente facilidad. Cuando yo lideraba,  disfrutaba comprobando cómo clavabas en mí tus miradas retadoras, con esa furia de bestia encadenada y el fingido sufrimiento que no hacía juego con tu sonrisa. Con ella delatabas lo mucho que estabas disfrutando. Pero no cejabas en tu búsqueda del momento propicio para arrebatarme el mando. Te deshacías del nudo de cuerpos que yo había diseñado y te inventabas una escena en la que solo tú tuvieras el control. Y así pasábamos las horas. Siendo solo piel y ganas.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.